Desde muy niño conozco cual es mi orientación sexual. He vivido la discriminación y el rechazo. Me han gritado insultos, me han tirado piedras, he sido abusado. Cuando por primera vez le conté a alguien temblaba y creía que iba a vomitar. Muchos amigos dejaron de serlo, y los que me quedaban eran presionados para que me dejaran de hablar, porque mi homosexualidad era contagiosa, peligrosa. Sentía que vivir en Costa Rica no era para mí, que alguien como yo estaría mejor en otro lado. Logré vivir esa experiencia y para cuando me tocó regresar yo era un hombre nuevo. La homofobia era cosa del pasado, mi familia me aceptaba, mis amigos me amaban. En la calle cada vez más chicos y chicas se declaraban gays y yo sentía una apertura en la cerrazón de esta sociedad. En mi burbuja de privilegio las causas gay dejaron de tener importancia. Yo era autosuficiente.
De pronto aparece un señor con Biblia en mano desde su curul legislativa, diciendo lo que una gran cantidad de costarricenses piensa o ha sido llevada a pensar: los gays somos una enfermedad, un cáncer a ser erradicado, una perversión.
De inmediato me topé de frente con mi propia homofobia, mi propio miedo, lo sentí, lo palpé. Me vi caminando con mi novio por las calles y de repente querer darle la mano y no sentir derecho a hacerlo, un gesto simple de cariño, la mano por la espalda, ir tomados de la mano, un beso en su mejilla; y nada de eso puedo hacer, nadie me lo impide, el único que lo hace soy yo mismo, soy yo el que cree que está mal, soy yo el que se dice las peores cosas, soy yo el que sigue programado con la sintonía general, soy yo el que sigue paralizado por el miedo a ser lo que en verdad soy. Por eso quiero dejar de ser invisible, por eso este sábado 16 tenemos la oportunidad de mostrar quienes somos a una Costa Rica en proceso de cambio. Por eso le pido a todos mis amigos que nos acompañen a esta marcha ciudadana. Luchemos todos porque cada ser humano que nace en este país pueda aspirar a ser lo que es, y no lo que se espera de él. Tenemos las mismas obligaciones que todos los ciudadanos, exigimos los mismos derechos. Gracias Señor Justo Orozco por ayudarme a levantar mi estandarte gay.
miércoles, 13 de junio de 2012
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Léelo está lleno de poder, simple y real. Hay que tener bolas para ser quien se es y estar orgulloso de esto. Gracias
ResponderEliminarSer diferente requiere mucha valentía. Pero no hay más opción!
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