Si alguna de mis plumas negras vuela a tu casa,
tenés que saber que es un regalo,
en cuanto yo las vea se transforman en oro.
viernes, 27 de enero de 2012
viernes, 20 de enero de 2012
CAMINO A LA LUZ
Donde reina el amor, no hay necesidad de leyes. Eso decía Platón. Escribo esto y al mismo tiempo se vive una guerra de policías y ladrones de Internet. Ciencia ficción hecha realidad, Orwell, Huxley y demás pitonisos antes que escritores. Cada vez son más obvias las maneras en que nuestros amos quieren condicionarnos, hacernos consumir lo que ellos quieren que consumamos, de la forma que quieren y cuando quieren.
El acceso a la información que la red ha permitido ha ayudado a un despertar generalizado de la consciencia. Un instrumento humano con un sentido superior. Si entendemos el planeta como un inmenso ser vivo, y que cada ser humano es un punto con capacidad de sentir y de transmitir lo que siente, entonces podríamos decir que somos una especie como de neurona cerebral de ese sistema vivo que se llama la tierra.
Siglos de desconexión con lo más profundo nuestro, que es el sentido de unidad con el todo, han hecho que nos despeguemos de la consciencia. El Internet ha hecho una especie de unión entre los usuarios, un tipo de conexión artificial entre los seres humanos que de alguna manera nos ha hecho recordar lo que hemos olvidado. La unidad.
Henry James decía que la experiencia humana nunca es limitada y nunca está completa, la imaginaba como una telaraña inmensa suspendida en las cámaras de la consciencia, hecha de los hilos de seda más finos para así atrapar la mínima partícula que pasara en su piel. Así de sensibles somos. Y lo hemos olvidado. Nos han obligado a olvidarlo. Nos han hecho tenerle miedo a las diferencias entre nosotros, somos distintos justamente para que nos demos cuenta de nuestra necesidad del otro. Así de simple. Nuestra forma de vida nos dice tenemos que retraernos, contenernos, de esta manera no soy vulnerable, pero esas paredes que formamos son las que el universo luego se encarga de destruir de cualquier manera y a cualquier precio, hasta que aprendamos.
Empezé este escrito pensando en el amor, entendiendo como somos este inmenso cielo azul, y que estamos preocupados sólo por las nubes que se ven, olvidamos que son pasajeras y que cambian de forma. No importa lo que creemos que somos, lo que hacemos, lo que tenemos o no. Podemos estar en un trono y no tener ninguna atadura así como podemos ser pordioseros y estar completamente amarrados. Somos un camino, en este camino todas las formas son igual de válidas. La prueba de madurez espiritual no es cuan puros seamos sino mas bien nuestra consciencia de esta impureza. Esta consciencia abre las puertas a la gracia. Así que veamos las guerras del Internet como un paso más en esta fábula que estamos escribiendo todos. La lucha entre la luz y la oscuridad.
El acceso a la información que la red ha permitido ha ayudado a un despertar generalizado de la consciencia. Un instrumento humano con un sentido superior. Si entendemos el planeta como un inmenso ser vivo, y que cada ser humano es un punto con capacidad de sentir y de transmitir lo que siente, entonces podríamos decir que somos una especie como de neurona cerebral de ese sistema vivo que se llama la tierra.
Siglos de desconexión con lo más profundo nuestro, que es el sentido de unidad con el todo, han hecho que nos despeguemos de la consciencia. El Internet ha hecho una especie de unión entre los usuarios, un tipo de conexión artificial entre los seres humanos que de alguna manera nos ha hecho recordar lo que hemos olvidado. La unidad.
Henry James decía que la experiencia humana nunca es limitada y nunca está completa, la imaginaba como una telaraña inmensa suspendida en las cámaras de la consciencia, hecha de los hilos de seda más finos para así atrapar la mínima partícula que pasara en su piel. Así de sensibles somos. Y lo hemos olvidado. Nos han obligado a olvidarlo. Nos han hecho tenerle miedo a las diferencias entre nosotros, somos distintos justamente para que nos demos cuenta de nuestra necesidad del otro. Así de simple. Nuestra forma de vida nos dice tenemos que retraernos, contenernos, de esta manera no soy vulnerable, pero esas paredes que formamos son las que el universo luego se encarga de destruir de cualquier manera y a cualquier precio, hasta que aprendamos.
Empezé este escrito pensando en el amor, entendiendo como somos este inmenso cielo azul, y que estamos preocupados sólo por las nubes que se ven, olvidamos que son pasajeras y que cambian de forma. No importa lo que creemos que somos, lo que hacemos, lo que tenemos o no. Podemos estar en un trono y no tener ninguna atadura así como podemos ser pordioseros y estar completamente amarrados. Somos un camino, en este camino todas las formas son igual de válidas. La prueba de madurez espiritual no es cuan puros seamos sino mas bien nuestra consciencia de esta impureza. Esta consciencia abre las puertas a la gracia. Así que veamos las guerras del Internet como un paso más en esta fábula que estamos escribiendo todos. La lucha entre la luz y la oscuridad.
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