Para algunos el estado de iluminación espiritual es como una especie de proeza mágica, un estado de casi perfección en el cual se pueden hacer cosas asombrosas, leer mentes, saber el pasado y el futuro, estar en tono con las energìas del universo y desde ahí ser un superhombre feliz y ayudador. Esto puede ser cierto para algunos seres en especial, pero para nosotros la iluminación tiene mucho màs que ver con un estado nuevo de frescura y simpleza ante las cosas. Serìa entonces como una cualidad con la que le logramos dar al universo una pàtina de novedad. Una mirada de principiante.
Tener mente de principiante no es tarea menuda. En cierta manera el proceso de la iluminación es limpiar los pensamientos, creencias e ideas que obnubilan nuestra capacidad de ver las cosas como son en su forma prístina. Tambièn, la mente de principiante no permite ser contaminada ni por el pasado ni por el futuro, cada momento es saboreado por su propio peso, no el que le damos con nuestra experiencia de vida, con nuestro cùmulo de cultura. Esto es cierto aùn en medio de las emociones màs extremas, ya sea enojo, dolor, desesperación, hasta el éxtasis; si se actùa influenciado por ellas no podemos acceder a la claridad del momento. Estos sentimientos están acà para ser experimentados, pero la acción o reacción debe venir de aquello que està debajo de todos los sentimientos. En el núcleo de la materia, en el corazón de todas las emociones, no importa cuàn horrendas o sabrosas, hay paz.
Desde esa paz podemos vivir la expansión de la iluminación, no porque no nos importe lo que sucede en el entorno, no es algo nihilista, sino porque amamos de tal manera que aceptamos todo como es y tomamos responsabilidad por nuestros actos y pensamientos co-creadores de la realidad.
Hasta la palabra amor puede ser contaminada sino se està en el momento de sabiduría del presente. Por eso es mejor ni siquiera hablar de todo esto que repito. Simplemente abramos los corazones y dejemos que el amor hable por sì solo.
Paciencia, compasiòn, alegrìa.
martes, 7 de junio de 2011
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rica lectura mora, gracias
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